Voy
a cerrar los ojos en voz baja
voy
a meterme a tientas en el sueño.
En
este instante el odio no trabaja
para
la muerte que es su pobre dueño
la
voluntad suspende su latido
y
yo me siento lejos, tan pequeño
que
a Dios invoco, pero no le pido
nada,
con tal de compartir apenas
este
universo que hemos conseguido
por
las malas y a veces por las buenas.
¿Por
qué el mundo soñado no es el mismo
que
este mundo de muerte a manos llenas?
Mi
pesadilla es siempre el optimismo:
me
duermo débil, sueño que soy fuerte,
pero
el futuro aguarda. Es un abismo.
No
me lo digan cuando me despierte.
En
este poema, el sujeto lírico nos muestra la experimentación de la pérdida de la
esperanza puesto que no le gusta la realidad que está viviendo y esto lo vemos
en los versos clave que serían: “¿Por qué el mundo soñado no es el mismo, que
este mundo de muerte a manos llanos?”, y, por lo tanto, experimenta uno de los
pensamientos más universales de la historia de la humanidad que es la no
comprensión ante la muerte, y por ello el sujeto dice que prefiere vivir en sus
sueños, es decir, cerrar los ojos e imaginarse que el mundo en el que vive no
es así, pero sin perder la conciencia de la realidad puesto que sabe que,
cuando abra los ojos el mundo seguirá siendo como cuando los cerró y esa
pérdida de la esperanza la podemos ver en “el futuro aguarda. Es un abismo” pero con esa contraposición de la necesidad de cerrar los ojos ante la realidad, que le genera sufrimiento, y que vemos
en “no me lo digan cuando me despierte”.
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