miércoles, 20 de abril de 2016

Por una justicia que no discrimine.

A lo largo de todo este artículo, Emilia Pardo Bazán, que ya presentaba en el post anterior, lleva a cabo una defensa del movimiento feminista, y que hace explícito a través de la ejemplificación de una serie de crimenes. Reflexiona Pardo Bazán sobre lo que estos crímenes dicen del estado social, al igual que otros como el de La Coruña. Nos dice que, en estos crímenes que ella llama “insignificantes” pero con cierto tono irónico, las víctimas son siempre personas de baja clase social. Por ejemplo, la modista carecía de trabajo y se vio abocada a la prostitución, aunque Pardo Bazán no lo diga directamente, y tampoco lo diga con acritud. Recalca el hecho de que el trabajo de esta mujer no solo la sostenía a ella, sino a su madre y a su hermano pequeño, en defensa de esta, por lo tanto. Para defender la situación en la que se ve esta mujer empieza a narrar su historia con la presentación del personaje en la que nos cuenta que, tras quedarse sin casa y haberlo vendido todo, la modistilla tiene ganas de morirse y a la noche, sale de casa, cuando la empiezan a perseguir dos hombres pensando que esta se trata de una presa fácil. De estos dos hombres dice Pardo Bazán que “tienen esa arrogancia del funcionario español, que se siente un poco señor feudal de la inerme, sencilla y desvalida muchedumbre, ignorante de la ley del derecho”, es decir, aquí está haciendo referencia a la historia de “Vuelva usted mañana” de Larra, relevante para presentar el contexto social del momento. Ella iba directa al suicidio, pero no sabía que estos hombres iban a hacer que en su muerte hubiese tanto sufrimiento, pero, sin embargo, consigue huir.
Y tras esto, dice Pardo Bazán siendo muy crítica con la sociedad: “¿Y qué ocurre cuando la pobre modistilla va a quejarse deshecha en llanto y con el rostro bañado en sangre ante quienes están obligados a velar por ella y por todos?”, es decir, sigue con su crítica Pardo Bazán puesto que sabe, que nadie la va a ayudar. Y tras esto, crítica la llamada Ley de Lynch, que es aquella ley que se estableció para castigar a los lealistas (aquellos que eran fieles a Gran Bretaña durante la Guerra de Independencia de los Estados Unidos). Y es que lo que trata de decirnos Pardo Bazán es que no existe ningún de tipo de justificación para cometer un crimen sobre una mujer enfatizándolo la novelista con la siguiente pregunta retórica: “¿es menos infame su opresión, es menos sagrada su seguridad, su honra, su vida, sus derechos de ser humano, en medio de una sociedad que se dice civilizada?”

Termina el artículo pidiendo justicia para aquellos crímenes sin sentido y cuya impunidad lo único que refleja es falta de principios y de valores en esta sociedad en la que parece que ser mujer es una condena, y ello lo dice con toda la valentía, pues es además, la primera en atreverse a rebelarse contra toda esta injusticia. 

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